sábado, 7 de octubre de 2017

DESPUÉS DE TROYA

Después de Troya
AA.VV.
Edición de Antonio Serrano Cueto
Menoscuarto
Palencia, 2015
222 páginas
17,50 euros

Después de la victoria, la paz



Si los lugares no señalados en ningún mapa son los únicos lugares verdaderos, como decía Melville, las historias que no figuran en ninguna realidad son las únicas historias reales. Ese es el campo de la mitología. Esa es su victoria. Y después de esa victoria, queda la paz que da una cierta sabiduría al contemplar el paisaje desde lo alto, al ver el conjunto completo de sus significados o de sus posibles significados. O de lo que pudieron haber sido, de lo que no existe pero quisiéramos  que hubiera existido, pues nos ayudaría a entender la existencia con mucha más sencillez. A partir de este planteamiento surgen tantos y tantos relatos y novelas que reculan hasta la esencia de la mitología y la traducen para el hombre contemporáneo. Los más dichosos son aquellos que nos muestran otro punto de vista, generalmente el del monstruo que no es tal en toda su alma, o el del perdedor que vence, o el de las interpretaciones del amor de una u otra parte.
Antonio Serrano Cueto recopila aquí una serie de microrrelatos escritos por autores hispánicos de distinta procedencia. A nombres consagrados y todavía vivos o de inevitable mención, como José María Merino, Gustavo Martín Garzo, Andrés Neuman, Borges, Arreola, Juan José Millás, José Emilio Pachecho, José Jiménez Lozano, Pérez Zúñiga, Augusto Monterroso o Cortázar, se unen, felizmente, otros por descubrir para muchos lectores. El espíritu de recuperar una herencia se canaliza a través de la imitación y reinvención de mitos venerados e interpretados ya hasta por el psicoanálisis. A ello se une la intención de la brevedad, incluso de la excesiva brevedad, que supone un carácter intertextual en las narraciones. Se reactivan así los símbolos grecolatinos de manera que sean válidos para nuestra época, a la que, aparentemente por necesidad de combatir los tiempos modernos, se les añaden tintes paródicos, serios pero paródicos, subvertiendo el legado grecorromano. Los proyectos literarios a que nos enfrentamos se someten a dos fuerzas contrapuestas: una que nos devuelve a casa y otra que nos aleja de ella; una con la que estamos familiarizados, otra que nos sorprende.

Sobra enunciar en extenso los motivos recurrentes –sirenas, minotauros, metamorfosis, gorgonas, amazonas, Pigmalión, incestos, la Odisea, etc.-, en los que las victorias representaron en su día las de un pueblo, encarnado en el héroe. Los amores siempre son extraños y las muertes trágicas. A los que se añaden las fábulas y los bestiarios, los filósofos que a su vez son un mito y las paradojas que ellos crearon. Serrano Cueto organiza los textos en siete apartados: la ruta homérica, las pruebas del héroe, amores insólitos, el poder de los dioses, geografía mítica, animalario y logos. A partir de aquí sólo queda sentarse y disfrutar de diversas escenas, de bromas sexuales, de la necesidad de la mitología cuando somos niños, del reconocimiento de nuestro origen, de la metaliteratura, de la traducción a lo mundano como deseo del mito, de la conveniencia de mestizaje cultural representada en el mestizaje de mitologías, de los cambios de punto de vista para comprobar la calidad del buen corazón del villano, de los retratos románticos de los monstruos, de los desengaños respecto a los tópicos heredados, de la degradación irónica del héroe y de lo heroico que es renunciar a ser un héroe, de los autores escondidos de las hazañas, de la imperiosa presencia del bien y el mal para reconocer el bien y así dar continuidad al mito, de juegos malabares con el ingenio, del sufrimiento de las bestias, de los laberintos reales como más terribles que los mitológicos o de la humanización de los dioses en temas de amor, que también podría ser la divinización del hombre en asuntos de sexo.

Fuente: Quimera

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