sábado, 12 de mayo de 2018

LA FIEBRE DEL HENO


La fiebre del heno
Stanislaw Lem
Traducción de Pilar Giralt y Jadwiga Maurizio
Impedimenta
Madrid, 2018
220 páginas

Cuando se han agotado los recursos y el caso ya no se puede resolver por medio de lo que es propio de este mundo, hay que recurrir a un especialista en otros planetas. Por ejemplo, a un astronauta. Aunque su presencia en Roma no termine de tener un certificado de comisario o detective, su labor es la de colaborar en una investigación. Pero ¿qué puede saber un hombre que siempre ha estado más pendiente de la luna sobre asesinatos organizados en la ciudad más emblemática por criterios históricos? El aspecto es el que tendría un asesino en serie, pues en algún punto confluyen los muertos. Por ejemplo, la calvicie. Eso supone, claro está, que todos son varones. Sin embargo, nada tienen que ver sus trabajos, sus estratos sociales o sus familias y amigos. De obedecer a una pauta, no aparece escrita en los manuales de la policía. Se empeñarán en buscar la solución, pero tendrán que recurrir a alguien que aterrice desde fuera para intentar engañar a la realidad. Solo así se resolverá este caso que, por esas razones, en ciencia ficción. Por esas y por motivos que tienen que ver con la química y que poco a poco se irán desvelando, hasta llegar a un final que nos sorprende como un payaso que salta de la caja mágica. Uno se espera que la relación solo pueda ser un absurdo, pero no esa casualidad.
Mientras tanto, gran parte de la novela tiene forma de diálogos en los que uno de los conversadores, el contertulio del astronauta, expone en largas diatribas lo que conoce o las hipótesis que han barajado. Sin darnos cuenta, lo que hemos ido descubriendo es cómo se ha construido el arquetipo que tenemos de la sociedad italiana. Y más en concreto el del hombre italiano. No lo llamaremos Latin Lover o algo parecido, pero la importancia que se le da a la imagen, cierta vanidad, el galanteo, la logística necesaria para conquistar tanto los corazones como los comercios, es el tema que atrae a Lem a la hora de construir este libro que no sabríamos catalogar. Hay ciencia ficción, pero tiene fines de novela negra. Sin embargo nos presenta un aspecto de realismo social y la estructura es un tanto teatral. Una obra extraña. Uno de esos libros que tal vez Lem escribió como descanso, casi como una broma. Pero reírse es necesario.

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