miércoles, 4 de abril de 2018

BUDAPEST, GUÍA PARA MARCIANOS


Budapest, guía para marcianos
Antal Szerb
Traducción de Mária Szijj y José Miguel Trevejo
Libros de Trapisonda
Valencia, 2017
64 páginas

Tal vez no llegue a las dos mil palabras, pero con esas le bastan a Antal Szerb (1901 – 1945) para demostrar cómo se escribe un libro retratando al flaneur. El paseante presumido, que vive en el pasado, que se sabe un tono por encima de la música del vulgo, cuya mirada es incomparablemente más singular que el lenguaje del vulgo, ese es el caminante que acompaña a un marciano durante la visita a Budapest en los años treinta. El flaneur, al final, solo sabe hablar sobre sí mismo. Pero Szerb consigue ponderar y equilibrar ese impulso con el del humor, para configurar una amalgama puramente realista. Cada expresión peca de melancolía o ironía, pero todo el conjunto es de una precisión tan breve como completa y extrañamente objetiva.
“Así vivimos nosotros también, almas en Budapest, como la Capitanía General, entre la estricta compostura por un lado y la pompa afectada del mercantilismo por otro”.
El paseo describe los principales puntos de la ciudad, desde el puente a la colina, con un espíritu de eternidad que simula brotar del siglo XVIII o XIX. Es una ciudad en la que existe la posibilidad de amar, o que existió y que todavía estamos a tiempo de buscarla. Es un juego del escondite para hallar lo que fue bello en lo que ahora es decadente, crepuscular, aristocrático fuera de su tiempo. En buena medida, a lo que más nos recuerda este libro es al poema de Antonio Machado Coplas por la muerte de don Guido. Antes de morir, uno saluda al pasado, al propio y al de los que fueron. A todo el pasado del mundo, de Budapest. Y luego se marcha pensando en sus dos amores: la ciudad y la poesía.
La edición, en formato bolsillo, es de esas que uno debe guardar en vitrina. Una cuidadísima encuadernación, un gran trabajo tipográfico y una serie de ilustraciones que nos recuerdan a la Bauhaus, a El Lissitzky, pero como si estuvieran destinadas más a viñetas de prensa. Una gran obra de diseño gráfico. Algo muy de agradecer en tiempos en que los libros salen tan mal vestidos a la calle.

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