jueves, 18 de enero de 2018

EL VIAJE DE SHACKLETON

El viaje de Shackleton
William Grill
Traducción de Pilar Adón
Impedimenta
Madrid, 2014
73 páginas


Al despertar, cada mañana, uno espera que el café mantenga el mejor aroma de los mejores tiempos, que las calles estén limpias y a ser posible con ese esponjoso tacto que queda en el aire tras haberse fregado. Uno desea que el desayuno caiga en su barriga para fermentar un placer alentador, que el vecino salude con amabilidad al cruzarse con él en el ascensor. Que la prensa esté bien ordenada en el quiosco, que ya haya abierto las puertas el frutero y las manzanas, por fin, huelan a manzanas. Que la mañana de trabajo sea cualquier cosa menos tensa, que no te ladre ningún perro, que el viento no anuncie tormenta, que el anticiclón sea un valor seguro. Como debería serlo el verde de los árboles, el amarillo de las fotografías que van quedando antiguas, el rojo del crepúsculo. Y el azul, presente en cada momento, en el cielo y en el fondo de pantalla del ordenador; en la camisa que utilizamos para agradar a los amigos y en el agua que sale del grifo transparente, pero queremos ver azul.
Y azul, muy azul, es este volumen, El viaje de Shackleton, un libro ilustrado que bebe de la aventura y de los recursos del cómic. La idea de William Grill no puede ser más honorable: poner al alcance de cualquiera, incluso de los que carecen de tiempo para sentarse a leer los titulares de los periódicos, una de las mayores odiseas de supervivencia de la historia. Sobre la aventura de Shackleton y el Endurance, su barco, en la Antártida se han publicado varias docenas de libros y se editaron unos cuantos documentales. Digno de mencionar es el trabajo biográfico de Javier Cacho, Schakleton el indomable (Fórcola), cuya lectura recomendamos. Como no podemos dejar de recomendar esta obra, en la que la ilustración pasa a ser la protagonista, protegida por un texto ajustadísimo.
William Grill reduce, también en sus ilustraciones, la consistencia del viaje y de la batalla, hasta hacer de las imágenes una enumeración que es, en realidad, la historia de supervivencia destilada hasta su mínima expresión. Y en este caso, mínima es un adjetivo elogioso. Las caracterizaciones son amables al tiempo que reconocibles, la composición una infinita variedad de recursos gráficos. De este modo la historia pasa a ser de interés desmedido no sólo por lo brutal de los sucesos, también por el agrado con que uno va pasando las páginas. El viaje de Shackleton es un lujo, uno de esos libros que si uno tuviera que vaciar su biblioteca por falta de espacio, y eligiera conservar una cantidad exigua de volúmenes, no sería capaz de renunciar a esta obra. Se trata de un volumen azul que a uno le gustaría que permaneciera siempre como el primer día que lo compró, como un valor fijo entre los buenos valores anhelados, como el aroma del café, la calle limpia, la amabilidad del vecino o el olor de las manzanas.

Fuente: La línea del horizonte


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