lunes, 9 de octubre de 2017

EL ESTADIO DE MÁRMOL

El estadio de mármol

Juan Bonilla

Seix Barral
Barcelona, 2005
249 páginas
18 euros

El narrador sin complejos


Juan Bonilla es un escritor nacido para el relato. Ha intentado el género más ancho, el de la novela, en tres ocasiones –recordemos: Nadie conoce a nadie, Cansados de estar muertos y Los príncipes nubios- con una fortuna de escaso calado. El número de páginas se le quedan demasiado grandes. Su talento no se expresa igual de bien a la hora de crear mundos, aunque no dejaba de conservar los valores innegables de su escritura: los recursos expresivos de una inventiva sorprendente, la facilidad sonora de la prosa, el dominio del léxico. Sí es capaz, sin embargo, de dotar de vida a un relato de distancia más corta. De ahí que sus mejores obras sean libros como El que apaga la luz o La compañía de los solitarios, al margen de ese otro género híbrido, a medio camino entre el apunte ensayístico, la perspicacia periodística y el análisis lector, presente en El arte del yo-yo y La holandesa errante, en el cual es casi un maestro.
Ahora bien, ¿qué sucede con esa vida de la que hemos dicho que están dotados sus cuentos?, ¿en qué registros se mueve?, ¿qué entidad posee? Bonilla escoge una realidad al filo de lo verosímil, en la que los personajes se cimbrean entre lo imaginario y lo cotidiano en función del viento que sople, de las intenciones narrativas que, por regla general, obedecen a principios más vinculados al ingenio que a la contundencia vital, más relacionados con la eficacia técnica del relato que con la entidad temática. Por decirlo de una forma vulgar, el Bonilla escritor (otra cosa es el lector, que a juicio del que firma es superior en inteligencia al autor) se orienta por la literatura que entretiene más que por razones que se le imponen. De ahí que no resulte sencillo escoger un tema como centro de su obra. Reseñemos algunos de los relatos de este volumen:
En Hablar por hablar un paranoico que ignora su sentido de culpa y mantiene una pésima relación con su biografía, se ve traicionado por su memoria, en primer lugar, y por último por su voluntad. Por lo que se apunta, acaso sea el insomnio el origen de las deformaciones y asociaciones entre lo que escucha y lo que cree que fue su biografía. El cuarto de los trastos es un cuento poco pretencioso, en el que el narrador sólo pretende justificar por qué motivos puede contarse una historia, y más si esta historia nos atañe a los conocidos más próximos, y para ello parte de las razones por las que alguien cuenta como propia una historia que no es la suya. El relato Encuetro en Berlin es tal vez el más humano de todos, pues indaga en los límites lícitos y patológicos a que lleva la necesidad mitomaníaca de inventarse a uno mismo, de inventarse la supervivencia de un hijo fallecido. El dragón de arena versa sobre el incesto y el pésimo matrimonio que son el deseo y el juego. Una montaña de zapatos es un divertimento acerca de una verdadera o falsa (el hecho de que no alcance a definirlo es el mérito que nos empuja a seguir leyendo) metempsicosis, provocada por la empatía con los torturaos en campos de concentración. La desconocida es un anécdota sobre transferencias de memoria en el momento del orgasmo. En El santo Grial se habla sobre un metafórico viaje al pasado para salvar a un hijo de la leucemia gracias a un trasplante de médula. Una novela fallida es una excelente introducción a las decisiones que el escritor debe tomar para construir una novela. Por último El estadio de mármol, el relato más extenso, nos acerca a la lucha interior de un joven fascista que descubre su homosexualidad platónica.
Muy bien escritos, con una envidiable técnica narrativa, lo divertido que resulta leer estos relatos, unido a lo escabroso de algunos asuntos, nos hace pensar que tal vez Bonilla, en quien seguiremos confiando debe plantearse si no está tratando de mezclar agua y aceite.


Fuente: Tribuna/Culturas

No hay comentarios:

Publicar un comentario