miércoles, 10 de mayo de 2017

‘Zebulon’, de Rudolph Wurlitzer

Zebulon

Rudolph Wurlitzer

Traducción de Irene Oliva Luque
Tropo
Barcelona, 2017
327 páginas

Hay personajes que son geografías. Por eso las novelas no pueden sino llevar su nombre al título que, al fin y al cabo, es el rostro por el que conocemos el libro. Zebulon entra en esa categoría. Existe toda una geología del personaje, unos estratos que le han construido y que iremos poco a poco conociendo. Ese pasado es la formación del continente. Y existe la realidad del personaje, que en buena medida es su itinerancia, de sur a norte, de México a Canadá, buscando, al parecer intencionadamente, los recodos de la piel de la Tierra donde no hay otra ley que las balas. Pero existe, además, una geografía de su cuerpo. Y decimos una geografía y no una cartografía, porque las marcas, las cicatrices y el sufrimiento, no están a flor de piel. Lo más grave, donde más plomo queda, es en el lugar donde debería encontrarse el corazón. Zebulon parece ser un caso de dextocardia.

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