viernes, 28 de abril de 2017

‘Las plumas’, de Salim Barakat

Las plumas

Salim Barakat

Traducción de Carolina Frías Ortiz y Almudena García Algarra
Navona
Barcelona, 2017
300 páginas
El listado de personajes, que aparece al principio, no a modo de glosario, comienza por Kurdistán. Es decir, el protagonista es un país que un tal Hamdi Azad puede demarcar. Pero Azad no es el segundo en la lista, sino su hijo, Mem, que, nos indica Salim Barakat (Mosisana, 1951), conquista la libertad. El hecho de entrar a la novela mediante la presentación de los personajes, y dado que no es una obra de teatro novelada, supone que este es el inicio de la obra. Porque, a la hora de la verdad, la secuencia y la dosificación, tal y como irán apareciendo posteriormente, no hacía necesario algo parecido al árbol genealógico de los Buendía. Las plumas es un personaje escenario, Kurdistán, que alguien puede demarcar, porque está lejos de donde se encuentra, pero justifica su vida. A su vez, esta persona tiene un hijo que conquista la realidad. Dado que Kurdistán es un estado que no existe, pero no así el país, un territorio que comparten varios estados, con su lengua y su cultura, con su historia y su personalidad, que un emigrante kurdo tenga un hijo que conquista la realidad, es tanto como decir que Mem, el hijo, padecerá la no existencia de su país. ¿Hasta qué punto supone la realidad un padecimiento? Para llegar hasta allí, hasta un final que no desvelaremos, debemos pasar previamente por lo que significa la búsqueda, fortuita o voluntaria, de esa realidad.

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