martes, 11 de abril de 2017

‘Derecho natural’, de Ignacio Martínez de Pisón

Derecho natural

Ignacio Martínez de Pisón

Seix Barral
Barcelona, 2017
446 páginas

Madrid y Barcelona guardan en su interior todas las vidas que allí han sucedido. Son como espejos que guardaran rostros, pero los que nosotros queremos ver, los que queremos que nos devuelva el azogue, es el de las ciudades cuya memoria podría producirnos melancolía, ternura. Esa es la memoria de los años setenta y ochenta, de la lucha contra una dictadura que ya había fallecido, pero que no pudo ser expresada anteriormente, de los lacayos de los tópicos, sobre todo los musicales, de la vida en la calle, cuando todavía las calles, o parte de las calles, eran habitables para los seres humanos, lo cual significa tanto como decir que eran habitables para los niños. A fecha de hoy, nadie con menos de doce años se atreve a salir a la calle solo, porque el dueño de la ciudad es el tráfico y no el barrio, la tribu. Esa ciudad espejo que nos devuelve una época en la que el dinero no abundaba, pero sí las ronchas en las rodillas de los críos, es a la que deseamos volver. Y es a la que regresa con constancia Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) en su proyecto literario. Derecho natural es una visita a las clases universitarias con carteles vanguardistas, a los programas de televisión de José María Íñigo, a Demis Roussos, a las primeras separaciones matrimoniales, al sentimiento filial por encima del social, a las monedas en los bolsillos, a la legalización del Partido Comunista cuando uno no sabía distinguir a los comunistas de los paquidermos del franquismo por otra cosa que no fuera el uso de la corbata y la defensa de la clase media baja, la que comía cocido porque era barato, sin saber que algún día se convertiría en placer gastronómico.

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